Un escritor argentino inventó «la máquina expendedora de literatura»

Con la doble intención de hacer más soportables los tiempos de espera en bancos, consultorios u otros organismos y de tender un puente entre las personas y los autores de cuentos argentinos, el escritor y tecnólogo Roni Bandini creó el «Expendedor de Literatura», una pequeña máquina que imprime a demanda del interesado textos cortos de ficción en papel de tícket.

«La idea llegó por un descubrimiento terrible que hace cualquier escritor argentino: en un punto se da cuenta de que sus lectores son otros escritores, y esto presenta alguna problemática. A mí me pareció algo interesante para buscarle alguna solución a esto y así surgió la idea de hacer el expendedor», relató Bandini la génesis de su invento en diálogo con Radio Télam.

La máquina, explicó su creador, tiene una pantalla que permite navegar por una lista de autores y cuentos, un listado que «obviamente, es configurable, incluso lo puedo conectar a Internet y permitir que esos cuentos sean enviados por la gente, llegado el caso».

El dispositivo cuenta con una minicomputadora Raspberry Pi, un monitor LCD y una impresora térmica, como la que utilizan las cajas registradoras o los cajeros bancarios, y está controlado por aplicación para el sistema operativo Linux.

Las máquinas expendedoras de cuentos que conquistan a Francia

Bandini es escritor, pero antes de dedicarse a la literatura trabajó en tecnología. «Fui emprendedor, programador y siempre estuve muy en contacto con todo este mundo. Hará cosa de dos años -yo tenía un poco negada esta parte desde que comencé a escribir-, decidí reencontrarme con esto y tratar de encontrar puntos de contacto entre la literatura y la tecnología», señaló.

«Llevé a cabo algunos proyectos: la máquina para leer Rayuela, un softwarte que convierte textos a música… distintas cosas. Y hará cosa de 15 días desarrollé este expendedor de literatura», recordó.

Cuando pensó en esta máquina, Bandini se imaginaba «la situación que, por ejemplo se da cuando uno va a un banco y no tiene la posibilidad de leer o de agarrar el teléfono ni una tablet ni un e-book reader y está ahí, mirando la pared hasta que lo atienden».

«Y pensaba: ‘qué tal si en el mismo tiquet que uno recibe, uno puede llevarse un cuento, una ficción corta de un escritor argentino. Seguramente lo va a leer y si le gusta, por ahí sea un puente a buscar algún potro material, un libro o ponerse en contacto con el autor. Me entusiasmó mucho la posibilidad de hacer eso», continuó el inventor.

El escritor relató que cuando la idea surgió, lo habló con colegas y «todo eran negativas», porque le decían «que era imposible o que una expendedora es algo que se fabrica en toro país, algo caro que no tiene sentido. Pero bueno, al final sí se puede hacer y se puede hacer sin demasiada inversión».

Por el momento ningún organismo, consultorio, banco o línea de subterráneo se contactó con el autor para contar con su invento, básicamente porque «esto no surgió de un requerimiento previo».

«De hecho, cuando estaba hace 15 días sacándole una foto a lo que iba haciendo y subiéndolas a Twitter, algunas personas me decían: ‘¿para qué?’. Porque no les entra en la cabeza la idea de que uno pueda desarrollar algo sin tener un requerimiento previo o sin tener asegurado un pago por lo que uno hace», siguió.

Pero a Bandini esas cosas nunca lo detuvieron, afirmó: «Si no, no me hubiera dedicado a la literatura, por ejemplo».

«Lo que hay es esa máquina, por ahora. Me gustaría mucho ponerme en contacto con alguien que le pueda interesar que esto se haga en una escala mayor, pero por ahora lo que existe es este prototipo», aseguró.

 

En el prototipo que Bandini fabricó, hay cargados «más o menos 10 textos famosos. Hay de Borges, de Cortázar, Di Benedetto. Uno va eligiendo y cuando lo selecciona, toca un botón y ese es el que sale impreso en un tiquet».

La expendedora de literatura es el último de los inventos de Bandini, que ya cuenta en su haber con «la máquina para leer Rayuela», basada en la novela de Julio Cortázar y en las múltiples formas de lectura que propone.

«El libro tiene distintas formas de lectura, una de ellas secuencial, hasta el capítulo sesentipico; después hay una forma de leerla que es con un tablero de dirección, que va pasando de un capítulo a otro; una tercera forma de leerla, que son en realidad muchísimas formas, que es ir estableciendo un recorrido propio entre los capítulos», explicó.

«Este recorrido presenta una dificultad, que es que uno tiene que ir sacando capítulos al azar y recordando los que ya leyó para no pisarse. Y esto justifica la existencia de una máquina para leer Rayuela, que se llama Rayuelamatic», señaló.

Bandini también es el creador de un «detector espía para monitorear la atmósfera en las bibliotecas», que apunta al problema de conservación de los libros.

«Se me ocurrió hacer un libro que uno coloca en un estante y adentro tiene un circuito electrónico que mide la humedad y la temperatura, y cuando la situación es preocupante, enciende un luz amarilla, y cuando ya es muy complicada, enciende una luz roja y uno sabe que en ese estante hay problemas para que los libros puedan conservarse bien», recordó.

 

Fuente:

Télam

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