Colombia: Los pobres demoran más horas en viajar al trabajo y duermen menos

Una nueva investigación mapea los ritmos de movilidad de trabajadores ricos y pobres, dejando entrever mundos que apenas se solapan.

Dicen que el dinero no puede comprar la felicidad, pero sí que puede comprar, definitivamente, algunos de sus ingredientes básicos. Por ejemplo, un transporte público llevadero: en muchas ciudades, aquellos con menos recursos, o de ingresos más bajos, suelen carecer de vías de acceso a los barrios y, por lo tanto, a las opciones de transporte que conducen a viajes más cómodos y más fáciles de soportar.

Los viajes más largos y desgastantes ponen en entredicho no solo las horas dormidas o por dormir, sino las de estar con la familia, ambas variables fundamentales en la ecuación de la felicidad. Cuando uno ve registrados gráficamente los ritmos de la jornada laboral al interior de una ciudad, tanto de ricos como de pobres, uno acaba asomándose a dos mundos totalmente distintos.

Ese es justamente el retrato que emerge de quienes viajan a diario en Colombia, de acuerdo a un estudio recientemente publicado en Royal Society Open Science. Empleando datos resultantes de una amplia encuesta de movilidad, un equipo de ingenieros en transporte colombianos y españoles trazó gráficamente los patrones que sigue este tipo específico de viajes en urbes como Medellín y Manizales, sin desconocer, por otra parte, la clase social de los residentes.

La ley colombiana de hecho asigna a cada hogar un estrato económico que va del uno al seis, y que se basa en los ingresos, el valor de la casa y el tamaño de la familia, entre otros factores. Los investigadores analizaron la distribución geográfica de los puntos de salida y llegada de los viajes cotidianos realizados por los trabajadores, así como los horarios del día en que dan esos viajes y el medio de transporte que emplean.

grafico
Estos gráficos ilustran el porcentaje de viajes a través de un día. A la izquierda está lo que sucede en Medellín (gráficos a y c) y a la derecha, Manizales (b y d). Los gráficos de abajo muestran las diferencias por sector socioeconómico (1 siendo el más bajo y 6 el más alto).

 

Los resultados son impactantes. Nótese que los circuitos de viajes diarios pocas veces coinciden en los extremos más alto y más bajo de la escala de poder económico. Los viajes de los trabajadores de clase 6 –el estrato más rico– son muy localizados y, en más de un caso, inútiles, lo que quiere decir que muchos de los viajeros de esa clase cubren gran parte de esas mismas áreas. En cambio, los trabajadores más pobres de la clase 1 están muy alejados por toda la ciudad y emplean una variedad significativa de rutas.

A medida que aumenta el poder económico, los trabajadores recorren menos terreno y sus patrones de viaje, lógicamente, son más concentrados. Los investigadores también encontraron que el tiempo de viaje decrece en la medida que aumenta la clase socioeconómica, lo que se debe no solo a que las distancias son más cortas, sino también a la existencia de medios de transporte más eficientes.

Ahora bien, según su clase, los trabajadores viajan en diferentes horarios del día. Para los estratos 1 y 2, el inicio del horario pico de viaje más temprano en la mañana ocurre sobre las 5 y las 6 a.m. Mientras tanto, en la clase más rica (el estrato 6) este no comienza hasta las 7 a.m. Los trabajadores más ricos, en otras palabras, pueden dormir hasta tarde. Las diferencias una vez pasado el mediodía –en particular, en Medellín– son también obvias: para la clase 1, hay otro pico claro a las 12 pm. Pero si aumenta el poder económico, entonces los horarios en la tarde se reparten un poco más.

Aquí se muestra ubicación geográfica del origen (gráficos a , b y c), el destino (gráficos d, e y f) y los núcleos de los viajes por intervalos de tiempo en Medellín. A su vez, la muestra identifica tres grupos en términos socioeconómicos: el de los más pobres (cuadrados rojos), los de clase media (círculos celestes) y los más ricos (triángulos azules).
Aquí se muestra ubicación geográfica del origen (gráficos a , b y c), el destino (gráficos d, e y f) y los núcleos de los viajes por intervalos de tiempo en Medellín. A su vez, la muestra identifica tres grupos en términos socioeconómicos: el de los más pobres (cuadrados rojos), los de clase media (círculos celestes) y los más ricos (triángulos azules).

Arriba, los seis mapas relativos a los viajes en Medellín ponen en contexto algunos de estos transversales resultados, dividiendo los datos socioeconómicos en tres grupos fundamentales. El nivel más pobre está representado por los círculos rojos, el del medio por círculos azul claros y el más rico en triángulos azul oscuros (el tamaño de estos símbolos se corresponde a la proporción de la clase correspondiente que viaja desde ese lugar.) Los investigadores graficaron los movimientos de estos grupos espacialmente y en tres períodos del día (la mañana, la tarde y la noche). La fila superior de los mapas muestra los puntos de salida y la de abajo, los destinos. Queda claro la mayor distancia y la mayor cantidad de rutas que las clases más pobres se ven obligadas a tomar para llegar a sus empleos, aun si estos terminan quedando en el centro de la ciudad. Por el contrario, los residentes más ricos recorren distancias más pequeñas, desde muy pocos lugares aislados hasta el centro.

La desigualdad de ingresos en Colombia es una de las más marcadas del mundo, pero las disparidades de clase en materia de viajes cotidianos al trabajo (y los efectos negativos a la salud que provoca, por ejemplo, esta brecha en los horarios de dormir) persisten globalmente.

En Estados Unidos, por mencionar solo uno, los afroestadounidenses tienden a dormir muchas menos horas que los blancos, lo que puede implicar serias consecuencias de salud a largo plazo, incluyendo una muerte temprana. No es del todo sabido por qué, pero hay diversos factores vinculados al trabajo detrás de todo esto. Los trabajadores afroestadounidenses ( especialmente las mujeres) son más propensos a mantener varios empleos con horarios cambiantes, a trabajar durante los poco deseables horarios nocturnos y a viajar por medio del insufrible transporte público. Al mismo tiempo los afroestadounidenses en general son estadísticamente menos proclives a poseer un auto. Todo esto puede tener considerables impactos en la duración y la calidad del sueño.

En conclusión, hay algo claro ya sea en Estados Unidos, Colombia u otros países: para mantenerse al día económicamente, por no hablar de salir adelante, los trabajadores de bajos ingresos, a menudo, empiezan sus días en desventaja y luego duermen mucho menos, para despertar nuevamente a este ciclo infinito.

 

Fuente:

Este artículo fue publicado originalmente en inglés en CityLab.com.

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