Alerta por los tickets y boletos que se borran: podrían provocar cáncer e infertilidad

El 90% de los tickets de compra de papel térmico, en los que se borra la tinta, que dan en las tiendas contiene bisfenol A, un compuesto químico relacionado con estas enfermedades. Aunque un estudio reciente concluye que el 90% de los tickets contienen bisfenol A, la dosis transferida a través de la piel es bajísima y segura.

Los tickets de la compra en los que se borra la tinta contienen sustancias que provocan cáncer infertilidad. La alerta la ha lanzado el catedrático de Medicina de la Universidad de Granada (UGR) Nicolás Olea que, junto con José Manuel Molina, ha liderado un estudio internacional del que se desprende que el 90% de los recibos que nos dan en las tiendas y supermercados están elaborados con papel térmico y contienen bisfenol A (BPA), un conocido disruptor endocrino que altera el equilibrio hormonal de las personas expuestas a él y que se ha vinculado con infertilidad, malformaciones genitourinarias, obesidad y cáncer en órganos dependientes de las hormonas, como el de mama.

Olea –que lleva décadas investigando sobre la toxicidad de estas sustancias– asegura que no se trata de una advertencia alarmista, sino de la constatación de un riesgo evitable contra el que hay que actuar porque hace años que está demostrado que el bisfenol A es tóxico. De hecho, en Francia ese tipo de tickets se prohibió en el 2014 tras la denuncia por parte de dos diputadas del problema de salud pública que suponía que miles de mujeres en edad fértil que trabajan como cajeras estuvieran expuestas a diario al bisfenol A. “En cambio, en España se ha optado por esperar al 2020 –el límite establecido por la CE– para prohibirlos, aunque nos afecta igual, tanto a las cajeras como a los consumidores, que llevamos varios de esos tickets en la cartera y los manipulamos junto a los alimentos”, enfatiza el investigador.

En Francia se prohibió en el 2014 al comprobar su impacto en miles de mujeres en edad fértil que eran cajeras

Y, a quienes relativizan el riesgo y lo consideran “despreciable” porque consideran que la exposición de la mayoría de personas a estos recibos es pequeña, el experto replica que “el día a día está lleno de exposiciones despreciables: los tickets de la compra, las latas de conservas, las botellas reutilizables… y el resultado –como hemos visto en diversas investigaciones ya publicadas–, es que nuestros niños excretan a diario plástico en la orina”.

En el estudio liderado por la UGR –publicado en la revista Environmental Research–, los investigadores también advierten que el bisfenol-S (BPS) que se está utilizando en Francia como alternativa al BPA también es un disruptor endocrino y tiene una mayor persistencia medioambiental, de modo que no debería ser la opción de la industria para sustituir al bisfenol A cuando se acabe prohibiendo.

Olea explica que para el consumidor es fácil identificar los recibos de papel térmico con bisfenol: “Es ese papel que si lo acercas a una fuente de calor, como una cerilla, se ennegrece de forma instantánea, y también ese donde en poco tiempo se borra lo que está impreso y cuando vas a devolver los pantalones que te compraste el vendedor te dice que no se ve nada”. Y agrega que el fino polvo blanco que a menudo se desprende de estos tickets al sacarlos de la cartera o del monedero y mancha los dedos “es precisamente el BPA”.

Sobre una muestra de 112 recibos de papel térmico de Brasil, España y Francia, los investigadores encontraron que más del 90% de los españoles y brasileños tenían BPA y presentaban actividad biológica de carácter hormonal antiandrogénica.

“Es un ejemplo más de que algo está fallando en los sistemas de vigilancia de toxicidad de los compuestos químicos en nuestro medio; parecería que las medidas reguladoras se establecen a posteriori, cuando la exposición humana ya es evidente; de hecho la protección de cientos de miles de jóvenes que están trabajando como cajeros y cajeras en los comercios no se está llevando a cabo con la rigurosidad que sería conveniente”, advierte Olea.

Un estudio aconseja tocar poco este papel térmico, no acumularlo, no arrugarlo, ni juntarlo con la comida

Por ello, y mientras no se prohíba su uso o los comercios dejen de utilizarlos por iniciativa propia, este catedrático de Medicina aconseja a los consumidores adoptar algunas medidas de cautela y manipular lo mínimo posible los tickets. “Debemos tener cuidado al desempaquetar la compra, la carne o el pescado en la cocina para no mezclar los tickets con los alimentos; tampoco debemos jugar con ellos, arrugarlos para tirarlos, usarlos para escribir notas o guardarlos en el coche, en la cartera o en el bolso”.

El estudio de la UGR –en el que han colaborado investigadores del Instituto de Investigación Biosanitaria y del hospital San Cecilio de Granada, de la Université Paris Descartes, del hospital Necker Enfants Malades de París y de la National School of Public Health de Rio de Janeiro– alimenta la creciente preocupación por la exposición inadvertida de la población al bisfenol A. En septiembre pasado investigadores del Instituto Català de Recerca de l’Aigua (ICRA) también constató la presencia de este y otros disruptores endocrinos en el pescado y marisco que se vende en once países europeos, entre ellos España, aunque en niveles inferiores a los valores considerados de riesgo.

El bisfenol A figura desde junio del 2017 en la lista europea de “sustancias altamente preocupantes” que elabora la Agencia Europea de Sustancias y Mezclas Químicas (ECHA, por sus siglas en inglés) debido a su capacidad para alterar el equilibrio hormonal en humanos, ya que se une a los receptores de estrógenos. Entre los efectos adversos que le atribuyen diversos estudios figuran alteraciones en el desarrollo de las glándulas mamarias, en las funciones cognitivas, en el metabolismo y también en el desarrollo neuroconductual de los niños, al tiempo que se asocia a la infertilidad y a la obesidad.

La industria utiliza este compuesto porque proporciona un plástico claro y resistente que hoy sigue utilizándose para revestir algunos tipos de latas de alimentos y bebidas, en el menaje desechable, en equipos deportivos, en los CD y DVD, en las carcasas de ordenadores y electrodomésticos, en juguetes… En el 2011 la Unión Europea prohibió el uso de BPA en biberones para lactantes, y Francia ya lo ha prohibido en todos los envases, recipientes y utensilios de cocina. No obstante, a nivel comunitario se permite utilizarlo en materiales que están en contacto con los alimentos siempre que se mantenga por debajo de unos límites que evitan su filtración, restricciones que también se aplican a los juguetes para menores de tres años. En el caso del papel térmico, su fecha límite es, en teoría, el 2020.

 

Fuente:

La Vanguardia

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