Cuba: Aumentó el transporte público de $0,40 centavos a $5 pesos en un abrir y cerrar de ojos

El aumento de vehículos estatales de cinco pesos y la disminución de los ómnibus de 40 centavos recuerdan al ardid empleado por el gobierno para aumentar el precio del pasaje en décadas pasadas

La proliferación de vehículos estatales de cinco pesos y la simultánea disminución de los ómnibus de 40 centavos recuerdan peligrosamente al ardid empleado por el gobierno para aumentar el precio del pasaje de cinco a 40 centavos en décadas pasadas.

Aunque todos los servicios públicos de nuestro país dejan mucho que desear, es el situación del transporte de lo que más descontento provoca, porque hace varias décadas que los ómnibus no alcanzan para que la población se traslade a los centros de trabajo, estudio, hospitales, etc. El gobierno no resuelve nada y la gente se desespera y clama por guaguas. La respuesta del régimen ha sido poner en práctica una nueva alternativa que aumenta el precio de este servicio sin considerar el bajo poder adquisitivo de la población.

Entre las dificultades que inciden en la deficiente transportación pública el gobierno señala las indisciplinas sociales, algo que no está lejos de la realidad. Sin embargo, el mal estado de los viales, la no sustitución de los carros (adquiridos de uso), la falta de mantenimiento –no existen talleres suficientes ni piezas de repuesto- la deserción del personal calificado por las malas condiciones de trabajo y los bajos salarios lo que más incide en el deterioro del parque en este sector.

Marta Oramas Rivero, viceministra del Transporte, declaró a la prensa: “A partir de la demanda insatisfecha de la población se adicionaron un grupo de servicios complementarios (los ruteros en distintas modalidades) a los ómnibus públicos de 40 centavos moneda nacional”. Al mismo tiempo alegó que la tarifa fija de estos (cinco pesos por tramo) es un servicio subsidiado.

Este cambio no escapa del acostumbrado nombre rimbombante y efectista: “reordenamiento del transporte”. Es un experimento que se inició hace un año y medio. Para ello se diseñaron 23 rutas con acceso a hospitales, centros culturales, recreativos y el casco histórico, con ómnibus ruteros que tienen una tarifa fija de cinco pesos, además de los taxis en ruta, que cobran por tramos (cinco pesos cada 8 km). Con esta nueva forma de transportación el Estado se insertó en las elevadas tarifas del transporte particular.

“A estas alturas no sabemos cuáles son unos u otros, pero sí que el precio del pasaje es de cinco pesos en adelante y que son estatales”, comentan las personas. Y es que existen varias modalidades para el transporte automotor, como los taxis libres, que recogen dondequiera y que son de oferta y demanda, taxis de alto confort, en piqueras (para turistas y personas con posibilidades económicas) y ruteros, que coinciden con los cuentapropistas en las mismas piqueras.

En el mes de octubre comenzaron a dar servicio vehículos de cuatro a catorce plazas: 613 autos y 208 microbuses. Todos estos medios son de uso y, según el ministro del Transporte, con carencia de piezas de repuesto, por lo que diariamente trabajan el 60 o 70 %. Al respecto comenta un taxista: “Eso es como todo, si hay ‘gratificación’ las piezas aparecen”. A estos se les sumaron en enero 400 microbuses de 12 plazas, las llamadas “gacelas”, todos carros nuevos. Para ocupar la plaza, cada chofer debe abonar 1200 CUC y 1500 CUP para el seguro del carro.

Según el ministro, estas acciones trazan las pautas de lo que se hará en el país para resolver el problema del transporte. Mientras, cada vez son menos las guaguas, así como los boteros particulares que circulan por nuestras calles. No son pocos los que especulan que pronto desaparecerán estas dos opciones. No obstante, ante la necesidad de transportarse, los que pueden acuden a la nueva modalidad. “No me puedo pasar horas en la parada, tengo que trabajar para ‘buscarme’ el diario, y ahora lo del pasaje”, dijo un hombre mientras se retiraba de la cola de la 174 para abordar un rutero.

A mediados del año 2016 comenzó toda una campaña contra los choferes de taxis particulares con el objetivo de ubicarlos en piqueras, asignarles una tarifa de cobro por tramos, la subida de los impuestos y el requisito indispensable de depositar 240 CUC mensuales para la compra de la gasolina, endilgándole la responsabilidad en las desviaciones de combustible, además de inspecciones para determinar el estado técnico de los vehículos.

Según la viceministra Oramas, suman 2067 las licencias canceladas o retiradas por grupos de enfrentamiento. Es por eso que cada vez se ven menos boteros en la calle, aunque está bien claro que el objetivo final es sacarlos del camino para darles vía libre a las distintas modalidades de ruteros estatales.

Mucho hemos escuchado hablar en los últimos meses sobre las medidas tomadas para mejorar el transporte público en la capital, como las nuevas formas de organización del transporte en La Habana, los taxis ruteros de las cooperativas, el incremento de 50 ómnibus articulados, y 40 rígidos. Sin embargo, este incremento de carros muy poco beneficia al millón y medio de cubanos que a diario necesitan transportarse y que viven “contando los quilitos”.

Quizás muchos aún recuerden la época en que el pasaje costaba cinco centavos, pero, ¿cuántos habrán notado la manera tan solapada en que ocurrió la transición de cinco a 40? Pues de cinco a 10 hubo ciertas protestas seguidas del consabido discurso “persuasivo” de Fidel Castro. Sin embargo, aprendida la lección, los siguientes aumentos (de 10 a 20 y de 20 a 40 centavos) no fueron anunciados, sino implantados mediante una sucesión de maniobras resumidas en reforzar las rutas con otros carros más caros, para luego ser retirados por deterioro, pero manteniendo el precio aumentado.

 

Fuente:

Cubanet

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