Un tour por la vida porteña de Francisco: cómo es el «circuito papal» de Buenos Aires

Aunque el pontífice no regresó a su país natal desde que fue entronizado en 2013, la ciudad lo recuerda con un recorrido turístico por los lugares donde vivió, se formó y trabajó antes de convertirse en la máxima autoridad de la Iglesia Católica

¿Por qué el Papa no viaja a la Argentina? Ante cada gira que emprende Jorge Bergoglio a países latinoamericanos, esa pregunta se repite como un mantra entre distintos analistas políticos y columnistas de opinión de diversos medios, y afloran especulaciones y distintas hipótesis. Por estos días, mientras Francisco recorre Chile y Perú, el interrogante se renueva (desde los medios locales hasta el longevo matutino francés Le Figaro, varios le dedicaron páginas y tiempo al tema). No faltó quien hiciera la pregunta este fin de semana durante el recorrido oficial que ofrece la ciudad de Buenos Aires por los sitios emblemáticos de la vida del pontífice. Es que el área de Turismo porteña, desde que asumió el argentino como máxima autoridad de la Iglesia Católica lanzó un tour gratuito que recorre en un bus y con guía solamente en español los barrios de Flores, Almagro, Devoto y Agronomía, entre otros, para conocer vida y obra de uno de los argentinos más célebres en el mundo. Durante 2017, según cifras oficiales, cerca de tres mil personas hicieron los 216 «tours papales» que se llevaron adelante.

«Cuando fue elegido Su Santidad, en marzo de 2013, estábamos todos justo reunidos en una sala. Ahí nos enteramos. Empezamos la investigación a los pocos días porque había que armar un recorrido en homenaje. Teníamos poca información, lo único que estaba en ese momento era el libro El jesuita de Sergio Rubín. No había tanta bibliografía como hoy», le cuenta Infobae Soraya Chaina, gerente operativa de Ecosistema y Movilidad Turística, a cargo de la organización de distintos circuitos turísticos oficiales.

Desde el 3 de mayo de 2013, el «circuito papal» funciona durante fines de semana y feriados. Para Chaina, la recepción del público «fue muy buena» y se incrementa cuando el pontífice viaja a la región. «Cuando estuvo en Brasil por el encuentro de jóvenes, por ejemplo, pasó. En esos momentos hay mucha emoción y mucho movimiento», afirma.

 

EL CIRCUITO

La mañana de sábado recién despunta y el barrio de Flores pareciera estar desperezándose. Se espera una jornada agobiante. El grupo de inscriptos para hacer el tour papal gratuito se empieza a reunir alrededor del guía. Primera curiosidad: son alrededor de 15 personas, todos turistas extranjeros, en su mayoría de Venezuela y Colombia. Pese a tratarse de época de vacaciones para muchos, no hay argentinos entre los presentes y hay varios faltazos. Sin grabación o explicaciones en su idioma, una pareja de viajeros estadounidenses que llegó al país desde Atlanta seguirá con atención la traducción al inglés amable y voluntaria de una de las jóvenes venezolanas que hacía el circuito por segunda vez.

La recorrida comienza, entonces, por la imponente Basílica San José de Flores donde algunos fieles se alistan para una misa. Las anécdotas sobre Bergoglio de chico, entonces, empiezan a aparecer en el relato porque fue allí, según contó en distintas entrevistas, que el Pontífice decidió consagrar su vida a la religión. En un espacio muy cercano a la entrada, se puede observar justamente una inscripción que reza: «En este confesionario el 21 de septiembre de 1953 Jorge Mario Bergoglio siguió el llamado de Dios para ser sacerdote«. Al costado, una pintura recuerda el 19 de marzo de 2013, día en que se convirtió en el papa Francisco.

Ya arriba el bus, las historias sobre la familia Bergoglio y su llegada a la Argentina desde Italia en barco, se multiplican. El vehículo entonces comienza a trasladarse por zonas que por estar alejadas del centro, de San Telmo y de todos los Palermos posibles, por lo general los turistas no llegan a conocer. Entre otros lugares, pasa por la puerta de la casa donde nació el Papa, el domicilio de la calle Membrillar donde creció y una plazoleta donde jugaba de pequeño. Para cada sitio, sin la posibilidad de bajarse del colectivo, los turistas pueden escuchar el relato del guía, Daniel, que brinda detalles y curiosidades con amabilidad. En cada uno de esos espacios, siempre vistos desde arriba del bus, se lucen placas que recuerdan que por allí pasó sus días Bergoglio.

La placa en la casa de Membrillar 531, Flores, recuerda que allí Bergoglio creció y vivió con su familia.

A menos de una hora de visita, llegó la pregunta inevitable: «¿Por qué no vino a la Argentina?», indagó uno de los viajeros. El guía sonríe y esboza una explicación vinculada a lo religioso. «Él es jesuita, como tal nunca se va a poner el primer lugar. Siempre se va a poner en el último lugar. Va a venir en algún momento», asegura con ilusión.

Tras abandonar Flores y la primera infancia del ex cardenal porteño, el vehículo zigzaguea nuevamente por otras calles poco frecuentadas por el turismo. En más de una ocasión los mismos vecinos, que transitan por allí con la calma del sábado a la mañana, se sorprenden al ver el cartel del bus que dice «Circuito Papal». El colectivo pasa por la cárcel de Devoto, lugar al que Bergoglio siendo sacerdote se acercaba a acompañar a familiares y a detenidos, por la escuela técnica de Monte Castro, donde el pontífice cursó sus estudios secundarios, y por el seminario, donde finalmente ingresó y decidió ser jesuita.

La única parada extensa del tour, a mitad de camino, se realiza en la parroquia San José del Talar, más conocida por tratarse de un santuario que rinde culto a la llamada Virgen Desatanudos, en el barrio de Agronomía. La imagen que se puede ver al entrar al templo fue donada al lugar por iniciativa del actual Papa. Como en cualquier actividad turística, a un costado hay una infaltable santería donde se pueden comprar obsequios, imágenes religiosas y recuerdos.

María, que llegó a Buenos Aires desde Valencia, Venezuela, aprovecha para descansar. En diálogo con Infobae cuenta que viajó para visitar a su hija, que reside en la Argentina desde hace un año, y conoció el tour papal gracias a ella.

La casa de la calle Varela 268, Flores, donde nació el Papa el 17 de diciembre de 1936.

«Es un sentimiento que uno tiene porque es el superior de la Iglesia. Entonces uno siente realmente algo emocionante al recorrer estos sitios. Y por supuesto que al ser el primer Papa que nos ponen de Latinoamérica fue emocionante. Hay que esperar que también nos visite a nosotros también pero es duro por ahora», describe.

«La historia me parece muy bonita. Para nosotros fue una emoción muy grande cuando lo escogieron. Obviamente hubiéramos querido que fuera el de Colombia. Pero bueno, que sea Latinoamericano es importante», asegura por su parte Rosa María, quien tuvo la oportunidad de estar cerca del pontífice cuando visitó su ciudad, Bogotá, en 2017 y lleva en sus manos una gorra con la imagen del Papa argentino. Sobre la pregunta de por qué Bergoglio no volvió a pisar su país, sostiene: «Yo tengo entendido que él tiene un protocolo de visitas que no depende totalmente de una decisión personal. En el momento en que ellos tienen esa distinción de ser papas, ya no son de un lugar en especial».

Los pasajeros vuelven a subir al vehículo y el recorrido, ahora, se torna algo futbolero. Es que el bus pasa por Almagro, barrio de la familia materna del pontífice, y zona del club de sus amores, San Lorenzo.

Hacia el final, se llega a la Plaza de Mayo. Desde una esquina se invita a los turistas a observar a la distancia la Catedral Metropolitana y el departamento donde vivió y trabajó Bergoglio hasta ser elegido Papa. Luego de caminar unos pasos, también se señalan los kioscos –cerrados por el fin de semana y la poca afluencia de público– donde, cuando era cardenal, compraba los diarios. No hay testigos, entonces, de sus pasos por las calles porteñas. O sí: los edificios. El Arzobispado, la Iglesia del Salvador, las plazas. El guía, de todos modos, intenta dar sus explicaciones y describirlo como una persona austera y simple. Se refiere varias veces a él como «el Padre Jorge».

El tour termina entonces en la vereda de la Iglesia San Ignacio de Loyola, la más antigua de la ciudad. Hay fotos de rigor y aplausos.

 

Fuente:

Infobae

GCBA

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