Paro de interurbanos: 100 historias en 100 días

Son usuarios afectados por la histórica medida de fuerza que realizan los choferes nucleados en Aoita en reclamo de sus salarios.

Son cordobesas y cordobeses a quienes el paro del servicio interurbano de pasajeros afectó de alguna manera. Viven en diversos puntos de la provincia y relatan sus penas, dificultades y luchas.

El servicio ya cumplió 100 días de paro y el diario La Voz  lo reflejó con una producción especial

  • Pese al prolongado e inédito parate en el transporte, no hay mesa de negociación abierta.
  • Las empresas sobreviven con los subsidios.
  • El gremio de choferes Aoita cree que cuando vuelva la actividad habrá despidos por el quiebre de las firmas.
  • La Provincia prioriza lo sanitario.

Esta es la tapa de La Voz y a continuación las historias.

 

Lucía Fuglini Castaño. Bell Ville – Estudiante: “Estudio en Villa María, viajaba todos los días. No puedo hacer en la facultad ni los trámites pendientes”.

Stefanía Geese. James Craik – Enfermera: “Viajo a trabajar a Córdoba, Oliva y Río Cuarto. Sin ayuda de terceros, no tengo forma de moverme”.

Camila Herranz. Hernando – Estudiante. “No puedo visitar a mi pareja desde hace tres meses, en General Deheza. Y me afecta mucho en el estudio”.

Adriana Rodríguez. Río Tercero – Comerciante: “Al no poder viajar, debo comprar la mercadería para mi librería por Internet y enviar a comisionistas”.

Florencia Behm. Elena – Estudiante: “Viajaba todos los días a Berrotarán por trabajo y a Río Cuarto por estudio. Pero van tres mese sin salir”.

Melina Tutaglio. Almafuerte – Empleada: “Viajaba todos los días a trabajar a Córdoba. Ahora, teletrabajo. Y se complica no poder ver a familiares”.

Ariel Pérez. Berrotarán – Comerciante: “Tengo mi negocio a 35 kilómetros y viajo hasta cuatro veces por día. Ahora lo debo hacer en auto”.

Ivana Trucci. Río Tercero – Periodista: “Por razones de salud viajo a Córdoba y necesito hacerlo en ómnibus. Esto me complica mucho”.

Karen Álvarez. Freyre – Empleada: “Viajaba cada fin de semana a Morteros para ver a mi novio y a mis familiares. Llevo tres meses sin ir”.

Carlos Giacomino. Morteros – Empleado: “Viajaba en ómnibus todos los días a Freyre, a trabajar. Soy paciente de riesgo; si no, debería ir con alguien”.

Paula Benavente. Docente – Las Rabonas: “Cada vez que voy a Mina Clavero a hacer compras, tengo mil pesos de taxi. Debe arreglarse el conflicto”.

Amalia Góngora. Nono – Ama de casa: “Tengo que hacer trámites en otras ciudades y no tengo transporte; el daño es grande, para muchos”.

Milagros Diana. Arroyo de los Patos: “Este parate me afecta, porque no tengo otro medio para moverme. Lo necesito para compras y trámites”.

Estela Palacios. Ama de casa – San José: “Vivo casi en zona rural; sin colectivos, ir a Villa Dolores en remise nos cuesta 500 pesos”.

Joaquín Agüero. Desocupado – San José: “Tengo 19 años, estoy sin trabajo y sin transporte no puedo ni siquiera ir a buscar alguna changa”.

María Oviedo. Ama de casa – San José: “Sin transporte no puedo ir a la ciudad para tramitar mis remedios; los remises son muy caros”.

Nancy Nieva. Peona rural – Los Cerrillos: “Tenemos que depender de los remises para ir a Villa Dolores, a 30 kilómetros, y están muy caros”.

Santiago Negro. Comerciante – Salsacate: “Para que mi novia no perdiera el trabajo, a 40 kilómetros, compramos un auto. Pero ya se nos rompió”.

Hugo Paul. Artesano – Zona rural: “Vivimos a cinco kilómetros de Nono. No siempre podemos caminar; necesitamos el transporte”.

Martín Zalazar. Enfermero – Las Calles: “La gente acá padece la falta de transporte. Las mujeres han tenido que aprender a hacer ‘dedo’”.

Andrea Zana. Empleada – Río Segundo: “Me compré una motito para poder ir a trabajar. Sin colectivo, en remise se me iba gran parte del sueldo”.

Gabriel Quiñonero. Empleado – Pilar: “Tuve que empezar a viajar cada día a mi trabajo, en Villa del Rosario, en mi auto. Pero me sale muy caro”.

Rosa Luna. Ama de casa – Costa Sacate: “No puedo viajar a visitar a mis hijas, que viven a pocos kilómetros. Dependo de que ellas vengan”.

Valeria Heredia. Empleada – Costa Sacate: “Trabajo en Córdoba. Tres meses viajé en mí auto,  Pero tuve que pedir licencia porque me salía muy caro”.

Stella Tobares. Empleada – Monte Cristo: “Me complicó la vida. Trabajo en Córdoba. Hace meses que vivo en casa de amigos. Vuelvo sólo a veces”.

Alejandra Páez. Enfermera – Monte Cristo: “Tengo que ir a trabajar a Córdoba en remises compartidos o usar un móvil municipal; es muy complicado”.

Paula Acevedo. Empleada – Córdoba: “Trabajo en La Serranita. Iba y volvía en colectivo. Ahora me lleva mi jefa y me quedo un día en su casa”.

Mauricio Palacios. Conductor de radio – Pilar: “Durante meses hice radio desde mi casa. Después la empresa me dio un vehículo para poder viajar a Córdoba”.

Claudia García. Enfermera – V. del Rosario: “Hace 22 años que voy en colectivo al trabajo, a otra ciudad. Ahora me voy a la ruta y espero ahí a compañeros”.

Adriel Cánovas. Empleado – Toledo: “Por el paro, empecé a usar la moto, pero gasto mucho más. Viajo cada día desde Río Segundo a trabajar”.

Claudia Moreno. Periodista – Alta Gracia: “Tengo un hijo de 11 años que está en tratamiento médico hace tres. No puedo ir al control a Córdoba”.

Fabiana Frini. Docente – Villa La Bolsa: “La vida cotidiana es más difícil sin colectivos; dependemos de vecinos o remises. Perdimos un derecho”.

Elisa Pozzi. Docente – Potrero de Garay: “Es una enorme complicación para quienes vivimos en pueblos, sin cajeros bancarios ni otros servicios”.

María Oliva. Emprendedora – Santa Ana: “El paro nos deja totalmente aislados, dificulta todo: ir a trabajar, a comprar insumos, al médico”.

Luis Márquez. Plomero – San Clemente: “Nos complica un montón a quienes no tenemos vehículos. Hay que andar buscando quién te lleve”.

Melisa Sánchez. Docente – V. de Anisacate: “Soy docente de la UNC y estoy trabajando desde casa. Pero me complicó para un tratamiento”.

Giuliana Ramírez. Empleada – Potrero Garay: “Nos afecta muchísimo: para ir al médico, a los bancos, abastecerse. Pagar tanto remise es imposible”.

Marcos Veronesse. Ilustrador – Santa Ana: “Entre otras cosas, me dificulta para ir ver a mi familia que vive en otras localidades de la zona”.

Sol Echazu. Artesana – La Serranita: “Nos afecta a quienes vivimos en pueblos y no tenemos movilidad propia. Tenés que molestar a otros”.

Daniela Sodero. Comerciante – Villa María: “En la Terminal, la venta bajó un 90%. Está vacía. Nunca pensé pasar algo así. Y sigo esperando”.

Melisa Tagluiabué. Locutora – Bell Ville: “Hace 8 años que uso el interurbano para ir a Villa María a trabajar. Para mí, es imprescindible que vuelva”.

Andrea Molina. Empleada – Villa María: “Hace 4 meses que no puedo ir a mi trabajo, a La Tosquita. En auto me da mucho miedo. Es un problema”.

Alejandra Lubatti. Docente – Oliva: “Viajo hace 20 años a Villa María. Esto afecta en lo económico, pero también en la organización familiar”.

José Rantica. Enfermero – Morrison: “Trabajo en una clínica de Villa María, a 50 kilómetros. Con el auto, se va buena parte del sueldo”.

Miguel Bazán. Jubilado – Villa María: “Soy trasplantado y perdí turnos de control en Córdoba. O tuve que pedir a amigos que me llevaran”.

Hernán Sosa. Chofer de ómnibus – Villa María: “No cobramos, no puedo salir a hacer otra cosa porque soy paciente de riesgo. Estamos complicados”.

José C. Pérez. Chofer de ómnibus – Villa María: “La estamos pasando muy mal. Subsisto haciendo changas de albañilería, en casas de amigos”.

Silvia Mira. Profesional – Jesús María: “Soy trabajadora social, tengo pacientes que necesitan contención cara a cara. Es espantoso para ellos”.

Laura Pérez. Médica – La Granja: “Al salir de las guardias, donde a veces ni dormimos, era más seguro volver en colectivo que manejar”.

Jerónimo P. Solfanelli. Estudiante – C. Caroya: “No puedo ver a mi papá que vive en Río Cuarto. Él tiene que hacer 220 kilómetros si quiere verme”.

Romina Ramallo. Comerciante – Tulumba: “Los comisionistas cobran mucho . Yo me manejaba mucho con los interurbanos, y se complicó todo”.

Viviana Pereyra. Locutora – La Puerta: “A raíz de los costos, sólo estoy viajando un día a la semana a mi trabajo en Jesús María”.

Karina Forzinetti. Médica – Jesús María: “Trabajo en otro pueblo. Iba la noche anterior y dormía en el hospital. Ahora me lleva y trae mi papá”.

Nadia Aguirre. Bancaria – Villa del Totoral: “Viajo en lo que pueda cada día, desde Jesús María. No tengo auto. Y me vuelvo con quien me lleve”.

Alba Varela. Jubilada – Cañada de Luque: “Me complica mucho. Tengo que ir a cobrar a Totoral y no es barato sin el ómnibus. Tuve que dejar de ir al médico”.

Florencia Rossi. Cuentapropista – Oncativo: “Me gustaría que intervenga el Gobierno y acabe con esto. Se me triplicaron los costos para moverme”.

Mariano Monje. Comerciante – Jesús María: “Tengo negocio en la terminal. Las ventas cayeron 90% y se me hace imposible pagar hasta los gastos fijos”.

Carlos Vaquel. Mozo – Malagueño: “Encontré a una persona que me lleva a Carlos Paz a trabajar. Sé de muchos que hacen kilómetros en bicicleta”.

Gladys Martínez. Empleada – Malagueño: “Si un vecino que trabaja también en Carlos Paz no me lleva, se me hace imposible pagar un remise”.

Miguel Santino. Empleado – Córdoba: “Trabajo en Carlos Paz y voy en auto. Pero recojo a un compañero en Malagueño que, si no, no iría”.

Gustavo Ledesma. Empleado – Malagueño: “Tuve que mudarme de forma temporaria a Córdoba, donde trabajo, para poder cumplir”.

Luis Bustos. Empleado radial – Tanti: “Mis hijos viven en Carlos Paz. Un taxi me cuesta 1.350 pesos cada vez que tengo que ir a buscarlos”.

Judith Maldonado. Ama de casa – C. Tirolesa: “Se nos hace muy complicado para ver a familiares y asistirlos ante diferentes problemas que tuvieron”.

Micael Stepanoff. Remisero – Cosquín: “Si bien se incrementó nuestro trabajo, veo a diario cuánto le complicó la vida a mucha gente”.

Ana Pisoni. Locutora – La Falda: “Afecta mis actividades económicas, al no poder movilizarme por la zona y también en cuestiones familiares”.

Guillermo Orellana. Empleado – San Antonio: “Tengo auto, pero es un trastorno muy grande y resulta más caro ir a Córdoba a trabajar cada día”.

Eduardo Villarreal. Psicólogo – Icho Cruz: “Me afecta mucho. Trabajo en el hospital de Santa María y la falta de transporte nos impide ir, a muchos”.

Diana Zorzini. Farmacéutica – Río Cuarto: “Tengo la farmacia de la terminal de Río Cuarto. No tenemos nada de movimiento. Es desolador”.

Susana Quiroga. Empleada – C. Baigorria: “Trabajo en Río Cuarto. Antes viajaba cada día; ahora, sólo dos por semana, en remise, y con otras chicas”.

Irma Rosa Sasia. Jubilada – Coronel Moldes: “En agosto cumplo 89 y mi hija, de Río Cuarto, siempre venía. Ahora no puede, porque no hay colectivos”.

Isabel Haissager. Terapeuta – Río Cuarto: “Me perjudica mi libertad de acción; estoy lejos de mi familia y me impide continuar mis estudios”.

Aníbal González. Empleado – Berrotarán: “Me tuve que comprar una moto, en cuotas, para viajar a Río Cuarto al trabajo. Conozco a varios afectados”.

Mariana Álvarez. Instrumentista – Río Cuarto: “La mayoría de los empleados de la salud no tenemos auto. En este rubro, hay muchos perjudicados”.

Graciela Falcón. Asistente – Del Campillo: “Debí cortar controles oncológicos por no poder viajar a Río Cuarto. ¡Me piden $ 4.500 para ir y volver!”

Fátima Luján. Zona rural: “Tengo un hijo de 5 con autismo. Debería ir varias veces por semana a Río Cuarto. Sin colectivo, imposible”.

María Florencia Kurti. Psicóloga – Río Cuarto: “Trabajo dos días por semana en Canals, a 150 kilómetros. Pero hace 100 días que no puedo ir”.

Romina Ponce. Nutricionista – Córdoba: “Los fines de semana viajaba a Río Tercero a visitar a mi familia. No los vi por tres meses por este paro”.

Aylén Pérez Sola. Laboratorista – La Calera: “Cuando más se necesita personal de salud, menos días voy a trabajar a Córdoba por falta de transporte”.

Estefanía Diaz. Moza – Salsipuedes: “Soy moza; los bares comenzaron a habilitarse en Córdoba, pero no voy a poder ir sin transporte urbano”.

Rebeca Farriol. Terapeuta – Córdoba: “Para ir a Los Reartes y atender mi centro de equinoterapia, debo ir en taxi, y gasto tres veces más”.

Lucas Verde. Comerciante – Santa Rosa: “Desde marzo tenemos el bar de la Terminal cerrado. No hay colectivos, ni pasajeros, ni chicos de la escuela”.

Noelia Suárez. LIc. Bioimágenes – Córdoba: “Mi familia, que vive en Brinkmann, aún no conoce a mi hija Eva, que ya tiene dos meses”.

Jorge Fridman. Chofer de colectivo: “Hay compañeros que hacen pan casero o changas. Este mes nos depositaron de 5 a 10 mil pesos”.

Franco Sarachini. Periodista – Calamuchita: “Desde marzo que no puedo viajar a Córdoba para realizar mis tareas habituales de locutor en una radio”.

Ana Spinetta. Psicóloga – Santa Rosa: “Un vehículo de la comuna de Villa Ciudad Parque, adonde trabajo, me tiene que buscar y luego traer”.

Andrea Álvarez. Empleada – Villa Rumipal: “Me tengo que ir a trabajar ‘a dedo’ o pagar un remise, que me sale 800 pesos. Y el sueldo no alcanza”.

Melina Silva. Contadora – Salsipuedes: “Falta empatía por parte de las empresas. Hace tres meses que viajo por el modelo carpooling”.

Paula Elisondo. Empleada -La Granja: “La estoy pasando mal. Todos los días salgo a buscar cómo ir a Córdoba y volver, por mi trabajo”.

Claudio Emiliozzi. Empleado – Córdoba: “Vivía en Salsipuedes. Me mudé a Capital porque me harté del sistema de transporte. Es un desastre”.

Micaela Ledesma. Empleada – Unquillo: “Me afecta mucho. Gasto $ 900 por día para ir en taxi a Villa Allende y volver. Me compré una bici“.

Elías Funes. Empleado – Río Ceballos: “Iba a la ruta a hacer «dedo» hacia Córdoba cada día. Lo solucioné con una persona que comparte el auto”.

Franco Velárdez. Empleado – Mendiolaza: “Me vine a vivir a Córdoba, para no perder el trabajo. El paro es un problema para quienes trabajamos”.

Matías Bustamante. Empleado – Córdoba: “Vivía en Río Ceballos. Me mudé a Córdoba. Me desacomodó todo. Tuve que comprar una moto”.

Cintia Brizuela. Comerciante – Agua de Oro: “Tengo el bar de la terminal. Está cerrado, porque no hay colectiveros ni usuarios que consuman”.

Nora Rodríguez. Asist.de salud – Salsipuedes: “Trabajo en un hospital de Capital y nos ayudamos entre compañeros. El Gobierno no se hizo cargo”.

César Domínguez. Empleado. Alta Gracia. Pasa la mayor parte de la semana en la ciudad de Córdoba,  donde trabaja para una empresa de seguridad.

Pablo Aimar. Comerciante. Villa María. “La Terminal es un desierto. Y si no hay gente, no hay negocio que funcione”.

María Laura Savini. Radióloga – Río Cuarto: “Tuve que cambiar los horarios para combinar con otros médicos que van en auto y me pueden llevar a trabajar”.

Antonella Torillo. Desempleada – Salsipuedes: “Que no haya transporte interurbano me mató. Viviendo en las Sierras es peor, porque no hay cómo trasladarse”.

Elías Calabria. Empleado – Río Ceballos: “Tardaba tres horas en ir y volver del trabajo en bici. Mis compañeros me sorprendieron y me regalaron una bicicleta a motor”.

Testimonios: Carina Mongi, Benita Cuellar, Denise Audrito, Mariela Martínez, María Luz Cortéz, Claudio Minoldo, Andrés Ferreras, Augusto Laros, Andrés Ferreras y Fernando Agüero.
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