Choferes de colectivos: 90 años de pasión por el «bondi»

Según datos oficiales, son más de 24 mil los conductores de este transporte público en la Ciudad de Buenos Aires.

Sus recorridos e historias comenzaron hace casi un siglo, y fueron pasando de generación en generación. Por eso, conocen como nadie sus avenidas, sus barrios, sus lugares típicos. Saben dónde están las estaciones de tren y de subte, los mercados, las escuelas y’ los hospitales. Pero también, dónde podemos bajamos a comer una buena pizza o donde están los bares que son sinónimo de cada esquina porteña.

Y no son pocos. Según datos oficiales, hay 137 líneas y- 24.315 choferes, que transitan la ciudad de norte a sur y de este a oeste. Ellos son las verdaderas «estrellas» de la historia del colectivo argentino. Este vehículo cambió la fisonomía urbana a partir de 1928, cuándo circuló por primera vez por la calles de Buenos Aires. Claro que por aquel entonces no transportaba gran cantidad de pasajeros y el tramo realizado fue corto: desde Primera Junta, en Caballito, hasta la Avenida Lacarra, en Floresta.

Con la llegada del «bondi» a la creciente metrópolis, detrás fueron quedando los tranvías o los trolebuses. Hoy, los colectivos se distinguen con números y colores diferentes, pero tienen algo en común: son conducidos por apasionados del Volante y de Buenos Aires, Como Héctor «Coco» Altamira, dé la línea 180, que trabajaba en una fábrica de pastas y ahí aprendió, además de como hacer fideos y ravioles, a conducir un camioncito para cumplir con el reparto. «Yo anhelaba estar sentado acá, al volante, pero de un colectivo.

Soñaba con poder manejarlo. Por suerte, en 1992, se mé dio. Una vez que entré no quise cambiar más* dice mientras repasa, franela en mano, el parabrisas de «su» colectivo: Porque si hay algo que es ley en el mundo de los chofereses cuidar lo como propio, casi más que a su casa. Barrerlo, plumerearlo, repasarle los vidrios, los espejos, el volante y el tablero, religío saínente, en cada vuelta.

«Lo hacemos porque es nuestra segunda casa, pero también porque a los pasajeros les gusta subir a un colectivo que esté lindo, cuidado, bien decorado y limpio, Eso me quedó de mi abuelo y dé mi papá, que también fueron choferes, dice-Marcelo Gamboa, de la línea 132, que une los barrios de Retiro y Flores.

Si hay algo que tienen en común todos los conductores, indistintamente de la línea o el trayecto que hagan, es que ellos saben muy bien que tienen la responsabilidad de que los pasajeros viajen y lleguen bien a sus trabajos, a estudiar o a visitar a la familia. Algunos entablan una amistad con aquellos con los que se ven a diario. Muchos saben a qué hora llega el tren a una estación. Por eso, esperan un poquito para hacer el trasbordo si el tren se retrasa. Incluso, algunos tienen grupos de Whatsapp con sus pasajeros para avisarles cuando inician el recorrido, así no tienen que esperarlo en la parada con el frío de una madrugada invernal.

En ese sentido, el Gobierno de la Ciudad acaba de lanzar un concurso para que los usuarios reconozcan a los «Grandes choferes» con

los que viajan todos los días. La iniciativa busca fomentar y mejorar la relación entre ellos y los pasajeros, con el fin de contribuir a una mayor seguridad vial. Los ciudadanos pueden reconocer a los choferes que cumplan con las normas de tránsito, respeten las paradas, eviten los movimientos bruscos y tengan un trato amable.

«Yo ya me considero un gran chofer. Este es un trabajo de mucha responsabilidad y respeto. Me lo tomo así desde el primer día. Hace 32 años que manejo colectivos, así que imagínate por la cantidad de modelos que pasé:,, los cambios en las calles y los kilómetros qué tengo hechos», cuenta Claudio Gorosito de la línea 29 que une Olivos, en la provincia de Buenos Aires, con la Boca.

Sus compañeros lo postulan como el primer chofer en llegar a la Luna. Algo que suena raro, pero que tiene una buena explicación. Claudio cuenta con orgullo; «De la Tierra a la Luna hay 380.000 km. Yo llevo manejados más dé 1.200.000. Así que fui ida y vuelta, dos veces».

Fanáticos de los fierros desde chicos, devotos del clásico «1114», el modelo emblema del colectivo argentino durante los años 70, algunos choferes son nostálgicos de la época en la que el Cabildo solo tenia dos semáforos. Recuerdan con orgullo que el bondi iba decorado con peluches y luces de colores, y’ cuando cortaban boletos, cobraban, daban el vuelto sí, también manejaban.

Lo que se mantiene intacta de generación en generación es la pasión por el colectivo’ y por su trabajo. Una actividad que como ellos mismos dicen, «no la podés hacer si no amás el bondi, el estar en contacto con la gente, con el volante y con la calle».

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