Habla su esposa: Un crimen con la víctima equivocada: “No sé por qué lo mataron”

El colectivero Pablo Flores (37) fue asesinado hace dos años en Virrey del Pino. Este martes arranca el juicio contra los tres acusados.

Pablo Flores y Lorena Cáceres se conocieron en 2005 en el boliche «Jesse James», en Isidro Casanova (La Matanza). No se separaron más. Hasta el 1 de octubre de 2020, cuando él fue asesinado a balazos mientras manejaba un colectivo de la línea 218. Todavía no saben por qué lo mataron.

La principal hipótesis del crimen, según los investigadores, es que los atacantes fueron a matar a otro chofer. Ese día, Pablo, de 37 años, reemplazó a un compañero, quien habría sido el objetivo del ataque pero zafó porque no estaba en el asiento del conductor del interno 75, de la empresa Almafuerte.

Eran las 21.45 cuando Pablo frenó en el semáforo, en la esquina de las calles Río Orinoco y Fernández, a la altura de la rotonda del barrio San Javier, de Virrey del Pino.

«Todo quedó como un ajuste de cuentas para la persona que manejaba ese colectivo. No hay indicios que fuera para Pablo, que no tenía problemas con nadie. Él ni siquiera se dio cuenta, ni atinó a defenderse. Llevaba seis años en ese trabajo», recuerda Lorena, que hace pocos meses le festejó los 15 años a su hija mayor, en una noche de repleta de emociones por el recuerdo a su papá.

Cáceres tiene otro hijo, que cumplió 14. «Los tengo a los dos con tratamiento psicológico, mi nena no puede dormir. Se complica bastante», dice la mujer, de 36 años.

De acuerdo a la instrucción del caso, a cargo del fiscal Federico Medone, dos hombres pararon el colectivo, se acercaron por el lado izquierdo a la ventanilla del conductor y dispararon varias veces: tres balazos de una pistola Taurus calibre .45 dieron en la cabeza y otro en el abdomen del chofer, que murió en el acto. Los atacantes escaparon en un Peugeot 504 blanco.

Después del homicidio, circularon videos en las redes sociales, filmados con celulares, donde se veía a la víctima muerta en el asiento del conductor. «Fue muy duro para nosotros», agrega Lorena.

Este martes arrancará el juicio oral contra los detenidos Néstor Fabián Marone (57), su hijo Adrián Alberto Marone (38) y Oscar Ezequiel «Boli» Vega (28), por «homicidio calificado por el uso de arma de fuego, por ser cometido con el concurso premeditado de más de dos personas y con alevosía«.

Está previsto que el debate se desarrolle al menos hasta el jueves en el Tribunal Oral Criminal (TOC) 5 de La Matanza, a cargo de los jueces Matías Deane, Eduardo Sbriz y Gabriela Rizzuto. La fiscal de juicio será Karina Licalzi.

«No sé por qué lo mataron, porque no hablan«, lamenta Cáceres. Su abogado Fernando Soto, apunta: «Pablo era un laburante y lo asesinaron salvajemente. Hay pruebas suficientes. Pediremos condena a perpetua por homicidio agravado por alevosía».+

La mujer recuerda a Pablo como «un hombre sano», que «no se metía con nadie». Esa noche se mandaron mensajes hasta las nueve de la noche, poco antes del homicidio, ya que trataban de mantenerse en contacto por la inseguridad. Lo último que recibió de él fue un pedido: que sacara las milanesas de freezer así las cocinaban cuando llegara, ya que terminaría el turno en breve, a las 22.30.

«Nosotros teníamos más miedo cuando él volvía del trabajo, que se tomaba un colectivo y caminaba cinco o seis cuadras de madrugada hasta casa. Un par de veces se salvó, a veces los choferes de otros colectivos lo reconocían por la campera y lo traían», comenta.

De acuerdo a la investigación, Vega era el dueño del Peugeot 504. Marone padre sería quien facilitó y luego resguardó la pistola. Y Marone hijo fue señalado como el que disparó, aunque también Vega. Este último declaró que esa noche estaba jugando al fútbol con amigos.

«Por Dios. Acá está tirado. Alguien que ayude por favor. No hay ningún policía. El muchacho está tirado acá, lo mataron«, gritaba un pasajero que grababa un video con su celular apenas ocurrió el asesinato.

De fondo, todavía sonaba la música que el chofer escuchó hasta el final. Era fanático del heavy metal y el hard rock, siempre con su guitarra y viendo los partidos de Independiente. E inseparable de su familia, hasta que se topó con un inesperado e inexplicable final.

 

Fuente:

Clarín

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